Cuentos de Grimm: Cuentos infantiles y del hogar
Lista de cuentos (Página 11)
201 San José en el bosque
Érase una vez una madre que tenía tres hijas; la mayor era mala y displicente; la segunda, pese a sus defectos, era ya mucho mejor, y la tercera, un dechado de piedad y de bondad. La madre, cosa extraña, prefería a la mayor, y, en cambio, no podía sufrir a la pequeña, por lo cual solía mandarla a un bosque con objeto de quitársela de encima, convencida de que un día u otro se extraviaría y nunca más volvería a casa. Pero el ángel de la guarda, que vela por los niños buenos, no la abandonaba, y sLea la historia →
208 La viejecita
En una gran ciudad, una pobre anciana estaba, por la noche, sola en su habitación; pensaba en cómo había perdido, primero, a su marido, luego a sus dos hijos y, poco a poco, a todos sus parientes y amigos; aquel mismo día había perdido al último, quedándose sola y abandonada del mundo entero. Tan triste estaba la pobre anciana, sobre todo por la pérdida de sus hijos, que incluso llegó a reprochar a Dios. Permanecía triste y abatida cuando oyó el tañido de la campana que tocaba a maitines. SorpreLea la historia → 209 Las bodas celestiales
Un pobre mozo campesino oyó un día en la iglesia predicar al señor cura: - Quien quiera ir al cielo, debe seguir siempre el camino recto. El muchacho se puso, pues, en camino, siempre adelante, sin jamás torcer, a través de montes y valles. Al fin, llegó a una gran ciudad y fue a parar a la iglesia, donde se celebraba el divino oficio. Viendo aquella magnificencia, creyó nuestro mozo que había llegado al cielo y sentóse, radiante de alegría. Terminada la función, cuando el sacristán le dijo queLea la historia → 210 La vara de avellano
Una tarde en que el Niño Jesús se había dormido en su cunita, entró su Madre y, contemplándolo, llena de ternura, le dijo: - ¿Te has dormido, Hijo mío? Duerme tranquilo, mientras yo voy al bosque a buscarte un puñado de fresas. Sé que te gustarán cuando despiertes. En el bosque encontró un lugar donde crecían fresas hermosísimas, y, al agacharse para cogerlas, en medio de la hierba se irguió, de repente, una víbora. Asustada la Virgen, dejó la planta y echó a correr. Persiguióla la serpiente, maLea la historia →